La playa de Salinas recupera su esplendor | El Comercio

2022-06-18 15:40:41 By : Mr. lou chunhui

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Desde principios de semana cientos de bañistas han comenzado a copar el arenal de Salinas. / ARNALDO GARCÍA

Sentada contra el muro del paseo del Cantábrico, con los pies cómodamente enterrados en la arena y un ojo pendiente de su hija, Lidia, María Mercedes Camacho resumía ayer en tres palabras las emociones que la embargaban en su segundo día en la playa de Salinas: «Ya era hora». Y no se puede decir que la suya sea una opinión aislada. En las primeras jornadas de sol de este verano, el arenal saca músculo como referente estival, abrazado al presagio de que, si el tiempo acompaña, la temporada promete ser mejor que cualquiera de los últimos años.

Con el repliegue de las lluvias y la llegada de la ola de calor, desde principios de semana el espacio ha vuelto a convertirse en un hervidero de actividad. Surfistas y bañistas, paseantes recorriendo plácidamente la kilométrica extensión, casetas de helados y terrazas llenas... Todos los tópicos asociados a estos meses han vuelto a concatenarse en el lugar. Y son solo el principio de lo que todavía está por llegar.

«Al final, estos primeros días son los mejores, los que hay que aprovechar; luego ya se masifica la cosa, y se disfruta menos», reconocía Camacho, ocupada evitando que su hija se llevase a la boca terrones de arena. Vecinas de Soto del Barco, otro emblemático municipio costero, sus visitas a Salinas son, sin embargo, pura tradición. «Para estar con niños, es la mejor playa de Asturias. Lo tienes todo cerca, y el agua suele estar buenísima».

No obstante, ni ella, ni su pequeña se animaron ayer a darse su primer baño veraniego. Y es que, aun con la inauguración el pasado sábado de la temporada de baño, esa osadía todavía queda en manos de unos pocos valientes. Es el caso de Tomás Villaverde; a sus 74 años, este veterano reparador de instalaciones eléctricas de Arnao estrenó el martes las aguas del Cantábrico «para sacarme de encima todo lo malo de la pandemia, de la guerra y de tantas historias. Esto te limpia que da gusto».

Quizá por su nórdica procedencia, dos visitantes que, desde el fin de semana, apenas se han separado de las olas son el danés Daniel Knudsen y su pareja, la gijonesa, aunque residente en Copenhage, Julia Orduño. De vacaciones en el litoral asturiano, y declarados amantes del surf, «no se puede venir aquí y no coger unas olas en Salinas; sería como un pecado», bromeaban ambos ayer, tablas en ristre. Los dos gozarán de las mareas locales hasta finales de julio, una vez concluya el Festival Longboard.

Junto con los baños, las caminatas por la arena y los tuestes corporales al sol, el símbolo inequívoco de todo verano es el helado. Trofeo a la felicidad para niños y adultos, a expedirlos ha consagrado su vida Ángela Cerro, propietaria de los cuatro puestos que operan en el paseo de Salinas. El testigo lo recogió de su madre, quien ya se dedicó a tan emblemática tarea estival antes que ella.

«Creo que este año irá mejor que el pasado; en 2021, entre los días de lluvia y los de viento, poco verano hubo, y poca venta hicimos», señala Cerro, esperanzada. De momento, el sabor de boca es bueno. «Aunque se nuble un poco, en cuanto sale el sol la playa vuelve a llenarse». Por ello, augura unos meses de mucho trabajo... Y de cambios importantes. «La gente tiene muchas ganas de salir... Y los niños, de comerse helados de mayores. Este año casi nadie pide los infantiles».

En las proximidades del Real Club Náutico, Raquel García y Natalia Argüelles regentan otra clase de negocio: el de ropa y artesanía. Cada una de ellas administra uno de los puestos del mercadillo estival de Salinas, tarea que repiten año a año, y por la que sospechan que «la afluencia será alta; con el calor que está pegando en el sur, la gente va a venir a refugiarse aquí».

Pero, sin duda, si hay unos profesionales vitales estas semanas, esos son los socorristas, que día a día otean el horizonte, listos para responder a cualquier emergencia. «Prevemos más visitantes que el año pasado; solo falta que el tiempo aguante», adelantan desde el colectivo. Por ello, llaman a la prudencia colectiva. «Aunque solo sea atendiendo picaduras de animales marinos, como peces escorpión, nos espera mucho 'curro'».